AVENTURERO,
EN BUSCA DE AVENTURAS
Nos conviene volver a recuperar para nuestra propia vida
esta imagen del aventurero, no como loco, sino como aquel que se encuentra en
una situación en la que se requiere una respuesta, y la da. Un héroe que no
haya sido formado en grandes escuelas, sino en la vida y la fe. Un héroe no
preparado y predeterminado para ello, sino libre y responsablemente formado. Un
aventurero que no meta en líos a otros buscando un mundo mejor, sino que
responda a lo que encuentra.
La diferencia entonces no será artificial, sino vital. Un
maestro entre sus propios alumnos que les de aquello que más les conviene,
porque lo ha recibido. Un cristiano en
medio el mundo ofreciendo la posibilidad de acercarse al Evangelio a otros, y
construir juntos el Reino.
Aventurero, por último, es el que "atrae" el
final; el que avanza en la historia con esperanza y optimismo. El que busca
respuestas, se deja cuestionar y no frena sus pasos ante la duda, sino que
permanece firme en la fe. El aventurero se deja llevar.
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