María,
desde que era niña, siempre estaba disponible a lo que Dios quisiera
de ella y siempre le dijo que si. Por eso los amigos de Jesús
siempre la recordamos con mucho cariño y agradecimiento, por ser
madre de Jesús y por servirnos de referencia en nuestro modo de
relacionarnos con Dios. Para nosotros, familia de la Presentación,
las actitudes y valores de María en su infancia, en el momento en el
que fue presentada en el templo, son los que nos animan y enseñan a
seguir a Jesús. No hay textos en el Evangelio sobre ese momento,
pero si encontramos, en lo poco que hay escrito sobre María, las
actitudes que fue adquiriendo desde pequeña.
Juan
capítulo 2
Al
tercer día se celebraba una boda en Caná de Galilea; allí estaba
la madre de Jesús. También
Jesús y sus discípulos estaban invitados a la boda. Se
acabó el vino, y la madre de Jesús le dice:"No tienen vino." Le
responde Jesús: "¿Qué quieres de mí, mujer? Aún no ha llegado
mi hora." La
madre dice a los que servían: "Haced lo que os diga." Había
allí seis tinajas de piedra para las abluciones de los judíos, con
una capacidad de setenta a cien litros cada una. Jesús
les dice: "Llenad de agua las tinajas." Las llenaron hasta el
borde. Les
dice: "Ahora sacad un poco y llevádselo al maestresala." Se lo
llevaron. Cuando
el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde
procedía, aunque los sirvientes que habían sacado el agua lo
sabían, se dirige al novio y
le dice: "Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los
convidados están algo bebidos, saca el peor. Tú, en cambio, has
guardado hasta ahora el vino mejor." En
Caná de Galilea hizo Jesús esta primera señal, manifestó su
gloria y creyeron en él los discípulos.
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